lunes, 28 de octubre de 2013

LA ALEGRÍA

Hace ya tanto tiempo que no viene,
que hasta llegué a pensar:
¿si se habrá muerto?


No serían aún las cuatro de esta tarde
cuando llamaron:
era la alegría.

Me cogió de imprevisto, porque no viene mucho
por casa últimamente. A lo sumo recuerdo 
tres o cuatro fugaces saludos al pasar
ante mi puerta rumbo a otros lugares
-qué distinto de aquellas temporadas larguísimas
que, siendo niño yo, pasaba entre los míos-.
La encontré como siempre, vivaz, dicharachera,
aunque quizás un poco ajada por los años
-los míos, por supuesto;
todos sabemos que a eso se acomoda-.

Hoy venía -me dijo- sin prisas,
a quedarse.
Enseguida colmó la casa toda
de risas y futuros, ocupó las paredes,
se instaló en los cajones, inundó cada ángulo
con una luz que ya ni recordaba,
y al instante las plantas rebrotaron
y mis armarios ya no parecían féretos.

Yo estaba sorprendido, pero alegre -os lo puedo
jurar, estaba alegre-.
No sabía
qué agasajo ofrecerle, deseaba
que se sintiera a gusto y no se guera más.

Probé de ser cortés y me puse a contarle
de mi vida: las noches pasadas al abrigo
del dolor, las distancias, esta incertidumbre
hecha certeza única, la historia del naufragio
que me trajo hasta aquí, el espanto, la niebla...

No debió de gustarle todo aquello. Advertí
cómo se iba volviendo
cada vez más
pequeña,
miraba hacia la calle como confusa, luego
balbució no sé qué de una gestión urgente
y se marchó.

Me pareció que estaba un poco triste,
no creo que regrese
nunca más.

En las pequeñas calles, las grandes hazañas.



Velaza.

1 comentario:

  1. tete este poema es de Velaza.
    etiqueta o pon el nombre del autor al lado del titulo.
    petons.

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