miércoles, 20 de mayo de 2015

Oliendo, comida

Descarnada
y desnuda.

Arraigada a su camino
esperando aire fresco
que deslice sus peores deseos
por su quebradiza piel.

Tanto sin responder
y de tanto hablado,
lo efectivo
no eran palabras,
con miradas,
sucesos acordes.

Acordes con la sinfonia
que tus propios pasos marcan,
que racional dicta,
que equilibrio perdido
bajo miradas súbitas.



viernes, 8 de mayo de 2015

¿Cobardía o subliminal?

Le aterran las mujeres
y no puede vivir sin ellas.

Crece desde su belleza que le conmueve,
la pudo apreciar en su cama
donde su miedo se fue al poderla,
observar desnuda,
en su forma más bella,
en su forma más deseada.

-Me fije en tí,
no suelo,
me haces gracia.

Él se fue,
tres veces,
pidiendo más,
hasta que calme.

Él la desea
la quiere ver,
ver y beber,
de la forma más turbadora.



miércoles, 6 de mayo de 2015

SOPHIE CALLE

“Sophie.
Llevo un rato queriendo escribir y contestar a su último e-mail. Al mismo tiempo me parecía mejor hablar con usted y decirle lo que tengo que decir de viva voz. Por lo menos, esto quedará ya escrito.
Como ya sabe, últimamente me he sentido mal, como si ya no fuese yo mismo en mi propia existencia. Una  especie de angustia terrible contra la que poco puedo hacer, salvo intentar salir adelante como siempre he hecho. 
Cuando nos conocimos, puso una condición, no convertirse en la “cuarta”. He respetado el compromiso: ya hace meses que dejé de ver a las “otras”, puesto que no había manera de seguir frecuentándolas sin convertirla a usted en una de ellas.
Creía que eso sería bastante, creía que el quererla yo y el quererme usted bastaría para que la angustia que me empuja siempre a buscar en otros lugares y me impide por siempre jamás estar tranquilo y ser simplemente  feliz y “generoso” se calmase con su presencia y con la certeza de que el amor que me aportaba era lo más beneficioso para mí. Lo mas beneficioso que haya conocido jamás. Pensé que escribir pondría remedio, disuadiría mi “intranquilidad” y me permitiría ir a su encuentro. Pero no. Me siento aún peor. No puedo ni decirle en que estado me encuentro. Así, esta semana, empecé de nuevo a llamar a las “otras”. Sé lo que eso significa para mí y a que ciclo me arrastrará. No le he mentido nunca y no estoy dispuesto a hacerlo hoy. Al principio de nuestra relación,  usted me puso otra regla: que el día que dejásemos de ser amantes, no  se plantearía volver a verme. Sabe hasta qué punto esta condición me parece injusta y desastrosa (puesto que sigue viendo a B y R) y comprensible (evidentemente…), de modo que no podría nunca convertirme en amigo suyo. 
Pero hoy,  el hecho de que acepte plegarme a su voluntad,  a pesar de que echaré terriblemente en falta verla, hablar con usted, aprehender su visión de las cosas y de los seres y su dulzura para conmigo da cuenta de la importancia de la decisión que tomo.
Pase lo que pase, tenga presente que jamás dejaré de amarla de ese modo que me es propio como lo hice desde que la conocí, un modo que seguirá vivo en mí y, estoy seguro, no morirá.
Pero hoy, sería la peor de las farsas tratar de prolongar una situación que,  lo sabe tan bien como yo, ya no  tiene remedio por respeto al amor que le tengo y al amor que me tiene y que me obliga a ser franco con usted, como un  último tributo a lo que compartimos y que será, por siempre, algo único. 
Me hubiese gustado que las cosas fuesen de otro modo.
Cuídese mucho.”